Latín temperare que significa mezclar y se aplicaba a líquidos. Se usaba cuando dos líquidos se mezclaban y ya no podían separarse.
Para Hipócrates (460–370 B.C.), la mezcla correcta era importante: un mal balance de los fluidos del cuerpo (sangre, flema, bilis negra y amarilla) conducía a la enfermedad, lo que hacía al cuerpo inusualmente caliente, frio, seco o húmedo.
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